Albóndigas de berenjenas

¡Descubrimiento de este verano que se va a quedar fijo en las recetas habituales de casa!
Las verduras de verano son y están espectaculares y es una pena no aprovecharlas, así que aquí os traigo una manera distinta de hacer las berenjenas más allá de los pistos o las clásicas rellenas. Son facilísimas de hacer y sorprenden por su suavidad y delicado sabor.
Yo aprovecho que enciendo el horno para hacer escalivada, que es muy a menudo, para añadir un par de berenjenas más para las albóndigas, así se ahorra calorazo y luz. Pero como explico en la elaboración, podéis cocerlas en poca agua o incluso sofreirlas como si fuera pisto, con la cebolla y el ajo. A vuestro gusto.
Lo que sí requieren es un poquito de maña y paciencia para darles forma, porque la masa resulta muy blandita, pero no agobiarse si no quedan perfectas. Preferibles amorfas y suaves que redondas y cantos rodados.
Añadir que es receta ideal para niños pajoleros con la verdura, inapetentes y gente con problemas de masticación. Se le pueden agregar perfectamente pescado blanco o carne picada para enriquecerlas, aunque a mi me gustan más de verdura sola. Y para acompañar, arroz, pasta o lo mejor, una fuente de patatas fritas.
Con estas cantidades me han salido unas 20 albóndigas. Se pueden congelar sin problemas pero no creo que lleguen a esa fase porque se devoran en una sentada. ¡Son tan ligeras que se deshacen en la boca!



Ingredientes:

  • 2 berenjenas hermosas.
  • 1 huevo.
  • media cebolleta picada y medio diente de ajo si te gustan sabores fuertecillos (yo esta vez no se lo puse).
  • 1 miga grande de pan sin gluten remojada en leche vegetal o 4 cucharadas de pan rallado sin gluten.
  • unas hojas de albahaca picada.
  • harina sin gluten para rebozar (yo usé de garbanzos).
  • aceite de oliva, sal.
  • Para la salsa de tomate: el resto de la cebolleta (o media cebolla), 4 tomates maduros, sal, pimienta, orégano, albahaca, tomillo (si pueden ser frescos, mejor), aceite de oliva y 1 cucharadita de miel.

Elaboración:

  1. Partir las berenjenas por la mitad a lo largo, sin pelar, y asarlas en el horno, a 180º hasta que estén tiernas, unos 30 minutos. O también las podéis cocer peladas y troceadas en agua con sal, sin que lleguen a estar demasiado blandas y escurrir muy bien.
  2. Pelarlas una vez frías y triturar la carne en picadora junto con la cebolleta o picarlas a cuchillo menudas. Añadir la albahaca, el huevo, sal y la miga de pan o el pan rallado. Mezclar y con las manos untadas en vinagre hacer las albóndigas. La masa se pega bastante porque es muy blandita, pero no caigáis en la tentación de añadirle más pan rallado ni más miga que la entaca y lo bueno de estas albondigas es la suavidad de la carne de la berenjena. Si os salen amorfas, no os preocupéis. Más ricas están.
  3. Precalentar el horno a 180º. Poner una hoja de papel de horno o sulfurizado en la bandeja.
  4. Rebozar las berenjenas en la harina de garbanzo (podéis usar la que queráis sin gluten, a mi me gusta la de garbanzo porque me deja mejor costra, igual que los fritos) y ponerlas sobre la bandeja de horno, bien separadas. Se achatarán un poco, pero no importa. Rociarlas con un poco de aceite de oliva y tostarlas en horno 15 minutos. También las podéis hacer al modo tradicional, fríendolas en sartén. 
  5. Para la salsa de tomate: Picar la cebolleta restante y sofreir hasta que quede blandita en un poco de aceite. Pelar y trocear los tomates. Añadir las hierbas, la cucharadita de miel, sal y pimienta y dejar sofreir pero no mucho. No se trata de un tomate frito ni de un sofrito al uso, simplemente que el tomate coja sabor. Tiene que ser una salsa un poco cruda, más fresca para el verano. 
  6. Sacar las albóndigas del horno y meterlas en la cazuela de la salsa de tomate y dejar cocer unos 5 minutos, para que se impregnen los sabores. No hace falta dejarlas mucho tiempo porque la berenjena estaba ya cocida. 
  7. Servir calentitas, tibias o frías, que también están muy ricas.

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